viernes, 14 de marzo de 2014

CONTRA EL ATAQUE A NUESTROS DERECHOS, “INSUMISIÓN FEMINISTA”

Cada año, nos convocamos en torno al 8 de marzo las personas feministas, los grupos de mujeres, los partidos y sindicatos que defendemos la igualdad entre hombres y mujeres, para hacer un balance de situación, un diagnóstico transversal (como una instantánea) y tratamos de valorar logros, retrocesos, baches, obstáculos y frenos a eso que llamamos la “igualdad efectiva” o la igualdad real. Y planteamos propuestas de mejora, las reivindicaciones aún pendientes.
En los últimos años, los balances dan más retrocesos que avances, en primer lugar porque hay un empeoramiento de la situación económica y social de la mayoría de la población (más desempleo, más pobreza, más desigualdad, más personas sin protección social, sin ayudas); en segundo lugar porque a las mujeres la crisis les está afectando negativamente en mayor grado (no sólo como trabajadoras sino como usuarias principales de servicios de salud, sociales y de atención a la dependencia) y, en tercer lugar, porque las políticas para afrontar la crisis (las políticas que priorizan el control del déficit, el recorte del gasto público como fin en sí mismo y la prioridad del pago de la deuda a los bancos y del rescate bancario frente al rescate a las personas), están suponiendo retrocesos en las condiciones de vida de las mujeres y sus familias y poniendo en jaque los logros en igualdad efectiva, igualdad de oportunidades, implicación en la toma de decisiones y respeto a la autonomía y libertad de las mujeres, es decir, su posición social.
Para ilustrar esta afirmación y poner algunos datos y reflexiones sobre la mesa, me centraré en dos asuntos que me parecen de gran relevancia para describir y ponderar cómo estamos en materia de igualdad, garantía de derechos y libertad efectiva en la España de 2014 que gobiernan Rajoy, Mato, Wert, Gallardón, Cospedal y Echaniz, entre otros. Los temas escogidos ilustran ese “ataque a nuestros derechos” y son:
-          ¿Qué está suponiendo para las mujeres y la igualdad efectiva la crisis económica y las políticas de recortes, control del gasto y contrarreformas en materia laboral y económica? ¿Cómo está la economía y el empleo de las mujeres?
-          El tremendo retroceso que se pretende en materia de salud sexual y reproductiva con la reforma de la normativa de aborto y el alcance de este cambio: su valor simbólico (la desconsideración de la libertad para decidir de la mujeres), las pérdidas en salud (los peligros en salud, los riesgos de mortalidad), la inseguridad jurídica a la que se condena, la pretensión de imponer una moral minoritaria para prohibir y permitir prácticas o comportamientos que afectan a las decisiones personales y a los valores y decisiones de cada cual, la falta de ética que supone no respetar a quienes opinan, creen, piensan y valoran las decisiones ante un embarazo no deseado de manera diferente… 
Pero empecemos por la crisis, las decisiones en política económica, las reformas, los recortes y cómo todo ello ha repercutido en las mujeres. Y pasaremos a dar algunos datos de España, Europa y CLM respecto a indicadores que ponen de manifiesto la desigualdad entre hombres y mujeres. 
Empleo y mercado laboral:
Al inicio de la crisis se produjo una mayor destrucción de empleo masculino (ligado a la crisis de la construcción) y un incremento de la presencia de mujeres en el mercado laboral (creció la tasa de actividad femenina, es decir, la proporción de mujeres dispuestas a trabajar entre 16 y 65 años), aunque la tasa de empleo no creció sino que disminuyó mucho en varones (del 76 al 64%) y algo en mujeres (del 54,7 al 52,3%) entre 2007 y 2010. Sin embargo, las mujeres han seguido teniendo unas tasas de desempleo superior a los varones (escandalosamente alto en ambos sexos 25,8 % en España, 30% en CLM y muy por encima del 50% en jóvenes menores de 25 años con datos de enero de 2014). La única diferencia respecto a lo que pasaba antes de la crisis es que se ha igualado al alza el paro (ya no es el doble el de las mujeres que el de los varones). Y, sin embargo, el desempleo no ha crecido en toda Europa con la crisis, ni en esta medida, en Alemania por ejemplo ha bajado en los últimos años (5%)  y en Europa era del 12% en los países de la Unión monetaria y del 10,8% en la UE-28 en enero de 2014 (sólo nos supera Grecia con el 28% de tasa de paro).
Mientras tanto en estos últimos años se ha destruido empleo femenino como nunca. Los sindicatos han estimado en unos 200.000 los empleos perdidos en el sector público (muy feminizado) sobre todo en educación, sanidad, servicios sociales, etc. Y las causas de esta destrucción de empleos hay que buscarlas en las decisiones del Consejo de ministros de Rajoy: recortes en sanidad, educación, dependencia, reforma laboral, no reposición de jubilaciones en el sector público, etc. También la crisis y la falta de apoyos al empleo, a los autónomos, a los y las emprendedoras por parte de los gestores hacen que también se pierda empleo masculino y femenino en el sector privado de servicios (comercio, servicios de proximidad, etc.). Aquí se suman problemas de la caída del consumo con la falta de flujo de crédito para que muchas de las pymes de nuestro país y de los autónomos y auto empleados no vea futuro para sus pequeños negocios, no les sale a cuenta trabajar sin sueldo para mantener a flote una empresa que no vende, no exporta ni puede bajar más costes pues ya se ha agotado el recorte de la plantilla y de la nómina.
Pues en gran medida, el ahorro de costes en las empresas se ha producido a costa de la pérdida de condiciones de trabajo de los empleados. Como también los planes de ajuste en el sector público, en los Ayuntamientos, ha sido en buena medida por el ahorro derivado de despidos, disminución de sueldos, plazas amortizadas que no se reponen, contratos de relevo que no se sacan, etc. En el Ayto de Albacete, cerca de 200 empleos perdidos (directos e indirectos) más bajada salarial, recortes de jornada y sueldo de interinos, cierre de servicios, etc. Hemos pedido un informe de impacto de género del Plan de Ajuste pues, sobre todo, se ha destruido empleo femenino, aunque todo es grave.
Además de la pérdida de empleo también se ha producido una precarización del empleo y máxime del empleo femenino. Esto se refleja en aspectos como la temporalidad, la jornada a tiempo parcial y el retroceso del salario medio (o del peso de las rentas del trabajo en el conjunto del PIB). La temporalidad de los contratos ha crecido (casi todo el empleo creado es temporal, apenas un 5% de contratos indefinidos) y la estabilidad del empleo es cada vez menor y menos segura (se ha ido sustituyendo empleo fijo por temporal, tenemos una temporalidad casi el doble que la de la UE). La jornada a tiempo parcial no es una opción para muchas personas, sino la única opción frente al desempleo y  el desequilibrio entre hombres y mujeres es enorme: cuatro veces más mujeres que hombres tienen ETP (23% frente a 5%) básicamente porque no encuentran empleo a tiempo completo, como primera razón; el segundo motivo es por tener que cuidar a menores y otras cargas familiares. El TTP (trabajo a tiempo parcial) que para los hombres es transitorio (mientras estudian, mientras se forman, como inicio de la vida laboral), en cambio para las mujeres es estructural (casi un tercio del total).
Además, durante la crisis se observa un considerable aumento en el porcentaje de contratos temporales a tiempo parcial. Hoy en día, un tercio de los empleos temporales son empleos a tiempo parcial, y la evidencia empírica nos muestra que la doble condición de contrato temporal y a tiempo parcial conlleva una considerable penalización salarial. De hecho, los datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales correspondientes a 2012 indican que la mayoría de los empleos peor pagados con unas ganancias mensuales inferiores al salario mínimo interprofesional eran empleos a tiempo parcial, y la duda es si muchos de estos trabajadores realmente estaban trabajando a tiempo parcial. El 14,9% de la población española tiene un trabajo a tiempo parcial, según datos de Eurostat. Aunque esté por debajo de la media europea (19%), la cifra se ha doblado en la última década: en 2004 se situaba en el 8%.

Pero no puede tratarse de un instrumento de reparto de empleo: "un trabajador a tiempo parcial, a día de hoy, va a ser un consumidor pobre. Serviría para aumentar a esa clase impensable antes de la crisis: la de trabajadores pobres, quienes, a pesar de tener un trabajo, tienen dificultad para llegar a fin de mes". Los trabajos a tiempo parcial implican, a menudo, condiciones de vida precaria, añade Pablo Jiménez de la U. Carlos III. "De hecho, aunque no estén institucionalizados como tales, ya existen 'minijobs', pequeños trabajos poco pagados".
Las discriminaciones indirectas: persiste la segregación vertical y horizontal; crece la brecha salarial y persiste un desigual e injusto reparto del tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidado entre hombres y mujeres. Aunque en España la discriminación directa es ilegal, hay evidencias de que se produce esta discriminación de mujeres en el mundo laboral tanto respecto al salario como respecto a  al acceso y la promoción en el empleo. Hay mecanismos sutiles que dan como resultado que las mujeres cobren menos y que estén infrarrepresentadas en determinados sectores o en las categorías más altas y apenas lleguen a puestos directivos de empresas y de AAPP. Los mecanismos de discriminación son diversos: la disposición a la movilidad geográfica no es la misma para hombres que para mujeres, la prolongación de la jornada laboral no es tan fácil para unos como para otras y esto repercute en preferencias por contratar o complementos salariales que ya están produciendo una discriminación de las mujeres. Pero además la discriminación indirecta y sus causas permanecen y repercuten en la segregación horizontal: los estereotipos de género marcan una orientación académica y profesional diferenciada, por ej el 84% de las mujeres trabaja en servicios y sólo el 11% en industria y, aunque las mujeres ya son mayoría de estudiantes y tituladas de las universidades, hay áreas en que están infrarrepresentadas como las ingenierías y otras en que están sobrerrepresentadas como las carreras sanitarias y educativas. La desigualdad salarial (la llamada brecha de género) entre hombres y  mujeres es muy alta y ha crecido durante los años de la crisis: el salario medio anual de un hombre es 25.500€ y de una mujer 19.700€ y son muchas más las mujeres (15%) que ganan menos del SMI que hombres (6%). Las causas son de dos tipos: el salario medio por hora de trabajo es un 16% inferior en mujeres que en hombres (similar UE que España) y además las mujeres trabajan menos horas al año (temporalidad y TTP). Por eso se dice que el salario de las mujeres debe crecer un 29% para alcanzar el promedio del de los hombres o que las mujeres deberían trabajar 82 días al año más para obtener la misma remuneración de los varones. Obviamente, aunque existe brecha salarial en todos los empleos, las diferencias no son las mismas en todas las categorías ni en todos los sectores: hay mayores diferencias en los tramos salariales más bajos, en el sector privado que en el público y en los complementos salariales más que en el salario base. 
Un último aspecto que atraviesa toda el panorama de la desigualdad en el empleo es la división sexual del trabajo y la persistencia de roles ligados al género de las personas: los hombres no se han incorporado al trabajo no remunerado (doméstico y de cuidado) en la misma medida que las mujeres lo han hecho al trabajo remunerado, al mercado de trabajo. Y eso supone una doble “carga de trabajo” adicional, no compartido para las mujeres a lo largo de su vida, que resta oportunidades laborales (de promoción, de estabilidad, de movilidad) y que repercute en su calidad de vida, en su salud, en su tiempo personal (tiempo para cuidarse a sí misma, tiempo de ocio menor, menor práctica de deporte, vida social), etc.  Las mujeres siguen dedicando un promedio diario de 4 horas a las actividades de “hogar y familia” (encuesta de empelo del tiempo INE, 2010) mientras los varones no llegan a 2h (1h 50’).
Las medidas políticas del gobierno del PP en materia de empleo, políticas sociales y regulación laboral no hacen sino expulsar a las mujeres del mercado laboral para dirigirlas (o redestinarlas) a las labores de cuidado de menores y personas dependientes en el ámbito familiar. Y esta orientación discriminatoria se concreta en mediadas como: los recortes en la ley de dependencia (pérdida de retribución por cuidados en el ámbito familiar, no cotización a la SS de las cuidadoras familiares, recortes en las prestaciones, copago más elevado de algunas de ellas); retroceso en los permisos de paternidad (no se concretó 1 mes de permiso de paternidad en enero de 2011); limitación de las plazas de escuelas infantiles y de los servicios de comedor escolar, transportes, etc. Y por último las dificultades para la negociación colectiva que impiden avanzar en medidas para la conciliación  de la vida laboral y personal (flexibilidad horaria, permisos por cuidado de hijos-as y familiares dependientes, flexibilidad en los descansos o vacaciones, etc.).
Además de todo lo anterior, el PP ha brindado una enorme ayuda a la precarización con la reforma laboral de 2012, que ha permitido que la destrucción de empleo en el sector privado y público sea más fácil, más barata y contribuya a disminuir los costes salariales y a mantener el margen de beneficios porque los ajustes se hacen a costa de la masa salarial y del empobrecimiento y pérdida de poder adquisitivo de las clase trabajadoras y clases medias. La reforma laboral, además, supone frenos para la igualdad real porque se bonifica más la participación de mujeres en la modalidad de contrato más precario, desaparece la deducción de 100€/mes para empresas que reincorporen a trabajadoras antes de los 2 años de su maternidad,  el descuelgue empresarial de los convenios significa dejar en papel mojado los acuerdos de negociación colectiva (por ej planes de igualdad), el empresario puede imponer movilidad geográfica, etc.
Por último, la debilidad creciente de los sistemas de protección social, repercute negativamente en las mujeres: las mujeres tienen menos cobertura de la prestación por desempleo, del subsidio y más de la mitad de las desempleadas no reciben prestación. Los recortes en prestaciones por desempleo (RD 20/2012) empobrecen a las mujeres, en mayor medida y en particular a las más vulnerables. “Ser mujer y parada de larga duración” supone un 77% de probabilidad de no tener prestación.  Otras dos reformas que suponen retrocesos en igualdad y en autonomía económica de las mujeres son: el RD 29/2012 que modifica la obligación de cotizar por las Empleadas de Hogar, un  colectivo discriminado de la regulación básica de CdT pues se las ha exceptuado y no les afecta casi ninguna norma laboral y, por último, la reforma de las pensiones que tendrá un claro impacto de género porque repercutirá negativamente en la renta disponible de las mujeres y consagrará la pobreza de una gran parte de las mujeres mayores con cotizaciones insuficientes, con pensiones no contributivas o sin ninguna. Tanto la modificación de las bases de cotización como el incremento del periodo de cotización penalizan a las mujeres quienes han tenido salarios más bajos, periodos de cotización más cortos, discontinuos y con trabajos a tiempo parcial en muchos casos.  La brecha de género en la renta disponible se prolonga hasta la ancianidad y en el empobrecimiento creciente de nuestra sociedad, ser mujer es un factor de riesgo importante, resultado de múltiples factores que discriminan  a las mujeres o de desigualdades que no se compensan con medidas efectivas.
Recorte de derechos, debilitamiento del estado de bienestar y retrocesos en igualdad van de la mano y el gobierno del PP ha puesto los frenos a la igualdad efectiva y está generando unas mayores condiciones de precariedad para la mayoría de la población, con mayor repercusión en grupos sociales vulnerables.
Pero no podemos bajar el nivel de nuestras aspiraciones de igualdad, justicia social, reparto de la riqueza, corresponsabilidad en el cuidado, acceso a puestos de responsabilidad, espacios de poder y a la toma de decisiones.
Por eso, como resumen de medidas a reclamar y objetivos a conseguir os propongo, os recuerdo:
-          Hay que reclamar y negociar Planes de Igualdad en empresas e instituciones porque son el medio para alcanzar la igualdad efectiva en el empleo, evitar las discriminaciones indirectas, detectarlas y corregirlas, promover la corresponsabilidad y apoyar a las mujeres para que la dedicación al cuidado no les reste oportunidades en el empleo.
-          Hay que pedir la evaluación del impacto de género de planes, medidas, leyes, ordenanzas, programas… en particular las que se impulsan desde las AAPP. El Plan Dipualba empleo, además de escaso e insuficiente, ha sido el único Plan de empleo realizado hasta ahora por el PP y, pedimos en el Ayto de Albacete, la evaluación del impacto de género. El resultado era previsible: en este plan, se discriminó  a las mujeres porque los puestos, los requisitos, los perfiles previstos tenían un sesgo de género muy claro. Como resultado, apenas el 22% de los contratos fueron para mujeres cuando representan la mitad de las personas desempleadas de la ciudad y la mayoría de ellas no reciben prestaciones. Las políticas de empleo deben incorporar la perspectiva de género como elemento central y transversal.
-          Necesitamos una sociedad de “personas sustentadoras y cuidadoras” y para ello es fundamental que desde las administraciones públicas se apoyen las tareas de cuidado de niños y niñas, de ancianos, enfermos y personas dependientes. Por tanto hay que revertir los retrocesos en la atención a las personas dependientes, básicamente incrementando las prestaciones y recursos profesionales de apoyo, reconociendo y  apoyando la labor de las personas cuidadoras familiares y desarrollando los servicios públicos complementarios de los cuidados familiares.
-          Es también el momento de pedir más escuelas infantiles y servicios complementarios de comedor, transporte, flexibilidad horaria en colegios y escuelas infantiles. Debe haber plazas públicas disponibles de 0-3 años para favorecer la educación en igualdad de condiciones y para promover el empleo de las mujeres, la formación y búsqueda activa de empleo de padres y madres en desempleo y para que la educación infantil no sea un privilegio al que sólo puedan acceder determinadas capas privilegiadas de la sociedad.
-          Permisos de paternidad y maternidad iguales, intransferibles y remunerados. Es la medida más efectiva para promover la igualdad y la corresponsabilidad entre hombres y mujeres y es un elemento que neutraliza los prejuicios que discriminan a las mujeres en edad fértil del empleo, la promoción laboral. Si hombres y mujeres son igualmente corresponsables del cuidado de hijos e hijas, no hay motivos para pensar que sólo las mujeres pedirán los permisos para cuidado, cuando los niños-s enferman, o las excedencias…
-          Equiparación de las Empleadas de hogar al resto de trabajadores-as, con obligación de cotización a la seguridad social, salario mínimo garantizado y condiciones de trabajo dignas.
-          Revertir todas las medidas que han incrementado la desigualdad: reforma laboral, reforma de las pensiones, recortes en dependencia, en ayuda a domicilio, recortes en prestaciones sanitarias, recortes en educación…
-          Proponer medidas de acción positiva para ir neutralizando desigualdades históricas y nuevas.
-          Compartir el poder y la toma de decisiones entre hombres y mujeres: Obligatoriedad de que se cumplan criterios de igualdad (o paridad) en los órganos directivos de instituciones, empresas públicas, empresas rescatadas por las AAPP o con convenios o conciertos que dependan de dinero público.
-          Promover la participación de mujeres en todos los ámbitos y hacer visibles las desigualdades. No renunciar a compartir la mitad de la vida, la mitad del trabajo, la mitad del poder. Y educar en igualdad da las nuevas generaciones, sin renunciar a la labor pedagógica del feminismo como pensamiento y práctica que promueve la igualdad entre hombres y mujeres, denuncia discriminaciones y obstáculos ligados a estereotipos de género y combate la resistencia a repartir el trabajo, para compartir el poder y acabar con privilegios machistas y valores que nos empobrecen a todos y todas.