viernes, 16 de noviembre de 2018

Día Internacional para la Tolerancia. Avancemos en la cultura de la tolerancia y el respeto

Victoria Delicado, Héctor García y Joaquín Belmonte
Trump, Salvini, Le Pen, Bolsonaro… No, no estamos hablando de apellidos de jugadores de fútbol, como si quisiéramos hacer un intercambio de cromos. Estos cuatro personajes de máxima actualidad, junto a muchos otros lamentablemente, en mayor o menor medida deciden cosas que te afectan, que influyen en tu actividad diaria. Todos ellos tienen en común su odio al sistema (instituciones, leyes, modelo de convivencia), al diferente y a la solidaridad entre los pueblos y las personas. Idealizan una idea de “patria” sin mezcla, sin injerencias, superior, sin mancha alguna y a ser posible de gente alta y guapa.
Hoy, 16 de noviembre de 2018, es el Día Internacional para la Tolerancia, una fecha propuesta por la Organización de Naciones Unida (ONU) hace 23 años, que nace con un firme propósito: fortalecer la tolerancia, el respeto y la aceptación mediante el fomento de la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos.
El odio al diferente, a las minorías étnicas, culturales y religiosas, el rechazo a quienes piensan y actúan diferente a lo convencional, (mal entendido casi siempre como lo normal, lo común) no es algo nuevo ni en Europa ni en el resto del mundo. La segregación, el apartheid, las limpiezas étnicas, la idea de superioridad racial son fantasmas del pasado que se creían superados o muy minoritarios, pero que en la actualidad van in crescendo en varias partes del mundo. Y no solo en las dictaduras árabes, africanas o en repúblicas mal llamadas bananeras.
En occidente se cuece un caldo de cultivo que propicia que en Italia cogobierne un partido xenófobo confeso, que en Francia el segundo partido más votado sea un partido ultraderechista, que Trump sea el presidente bufón, dañino, irrespetuoso y excluyente de medio mundo, con sede en Estados Unidos o que en Brasil gobierne desde hace poco un exmilitar supremacista, misógino, xenófobo e intolerante.
Si nos preguntarmos por los motivos que llevan a una persona de escasos recursos, clase trabajadora o perteneciente a una minoría a apoyar y votar a “lideres” cuyo programa y actuaciones van, en principio, contra ellas o sus intereses, la respuesta debe ser multifactorial, porque está condicionada por muchas variables o fenómenos. Según indica el politólogo, filósofo, sociólogo y catedrático Samí Nair tiene que ver, por una parte, con que en Europa, y en menor medida en Estados Unidos, los cimientos del proyecto comunitario, aunque asentado en la democracia de postguerra, estaban basados en intereses económicos sin consenso de pertenencia política común. Por otra parte, nos parecen acertadas las reflexiones de Nair sobre la crisis económica de 2008 que ha puesto en evidencia tanto el déficit democrático respecto de la gobernabilidad del conjunto europeo como la desagregación social sufrida por capas enteras de estas sociedades.
Al fallar un proyecto común, que excluye y empobrece a muchas personas, se despiertan los instintos más básicos y un falso sentimiento de autoprotección, que se traduce en un “primero los nuestros, los míos” con una clara intención de reducir los derechos a seguridad social, sanidad e incluso desempleo, a los inmigrantes, y un rechazo a refugiados de guerras y de conflictos políticos que, paradójicamente, son impulsados por los mismos gobernantes antes citados. Ni qué decir del rechazo a otras minorías como los colectivos LGTBI, activistas de los derechos humanos, indígenas, feministas, ecologistas... Parece haberse producido una conjura contra la tolerancia a todo aquello que modifique el orden de sus cosas, lo “natural”, lo de siempre, aunque lo de siempre haya sido injusto o se haya hecho mal.
Frente a este exclusivismo toca difundir la tolerancia. Tiene mucho sentido recordar la Declaración de Principios sobre la Tolerancia suscrita por los estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que establece entre otras cosas “que la tolerancia no es indiferencia, sino que es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos”. Un claro alegato y un claro apoyo a la interculturalidad como modelo de integración. Pero el espíritu de esta declaración no se queda en el aspecto moral, sino que lo sitúa como un requerimiento formal para los estados, grupos e individuos. Se insta a los países a legislar para impulsar la igualdad de oportunidades de todas y todos.

En este contexto creemos oportuno y pertinente abogar y defender desde el tejido asociativo, la política, sindicatos, universidad y escuela actuaciones de sensibilización y normalización de todas las personas, con independencia de su origen, raza, religión, cultura o cualquier elemento “no común” a nuestra realidad o día a día. Los estados, representados entre otros por los partidos políticos democráticos, deben tomarse muy en serio de qué lado están. Si optan por alinearse con otros actores que defienden ideas xenófobas, excluyentes, insolidarias y de odio al diferente (en España tenemos varios de ellos) o si toman partido por la Tolerancia, con mayúsculas, entendida ésta como una herramienta que propicie la aceptación de todos y todas, y como una oportunidad para aprender y fomentar vínculos de hermandad y enriquecimiento entre personas y culturas, sin etiquetas ni exclusiones.

domingo, 18 de marzo de 2018

#Municipalismo transformador



Este sábado 17 de marzo dos concejales de Ganemos Albacete hemos asistido y participado en el encuentro regional organizado por Ganemos Toledo que se ha identificado con ese hashtag.
Los objetivos del encuentro, -que ha reunido a unos cuarenta cargos públicos de ciudades y pueblos de CLM de las llamadas candidaturas de confluencia en 2015- han sido dos: compartir experiencias de casi tres años en las instituciones y poner en común propuestas de trabajo e ideas para encarar las confluencias de la próxima convocatoria electoral, las municipales de 2019.
La verdad es que la jornada no ha defraudado las expectativas porque se aprende mucho de compañeros y compañeras con los que se comparten valores, modos de entender la política, tanto en el trabajo institucional como en la movilización social, y objetivos de mejora como los que figuraban en las carpetas de la organización: Hacemos nuevas ciudades, nuevos pueblos, más + sociales, + comprometidos, + sostenibles, + participativos. Hemos hecho memoria de la conformación de nuestras asambleas de los respectivos Ganemos y de la conformación de las candidaturas alternativas, plurales e ilusionantes. También hemos hecho balance de las relaciones con las otras fuerzas políticas con las que hemos tenido que dialogar, pactar o confrontarnos como grupos en la oposición, las más de las veces.
Sobre las iniciativas políticas, en general, hemos dejado huella de nuestro paso en las instituciones porque tanto en acuerdos de gobierno (en algún caso con la Alcaldía) como desde la oposición hemos conseguido más presupuestos para políticas sociales (contra la pobreza, inclusivas, con perspectiva de género), para la movilidad sostenible, para la igualdad de oportunidades, para planes de empleo y de eficiencia energética, entre otros. Hemos logrado y peleado por mejorar la participación, la transparencia, la equidad y una gestión austera y eficaz al servicio de la gente, a pesar de las dificultades de la normativa antimunicipalista que el PP ha impulsado desde el gobierno central en estos últimos años.
Se ha puesto en común la dificultad de mantener activas las asambleas de base y los grupos de trabajo que se conformaron en el proceso de elaboración de las candidaturas y los programas municipales y que, las más de las veces, languidecen al pasar de los años. En muchos casos, los propios grupos municipales son los que convocan las asambleas y cuentan con estos grupos de apoyo a los que seguimos necesitando para que actúen de contrapeso al trabajo burocrático de la institución y nos sirvan de conciencia crítica y voz de la calle. Porque no queremos perder el norte y sí seguir mejorando en el trabajo para la gente y para nuestros municipios.
Nos preocupa la comunicación con la ciudadanía, la dificultad para trasladar nuestro trabajo, nuestras ideas, nuestras propuestas, nuestros logros y las críticas y denuncias sobre la gestión municipal a vecinos y vecinas. Tenemos la percepción de que no conseguimos trasladar nuestro mensaje y nuestro trabajo adecuadamente o bien nos encontramos con dificultades añadidas por la escasez de recursos y experiencia (en municipios pequeños, por ejemplo) o por la dificultad de colarnos entre el peso de los dos grandes partidos que han gobernado la mayoría de ayuntamientos y tienen un poder que hacen valer en su relación con los medios. Lo intentamos suplir con voluntarismo, imaginación, presencia en redes sociales, perseverancia, etc.
Toda la experiencia de trabajo de confluencia debe y tiene que servir a otros y ha de tener continuidad en las alternativas que se conformen para 2019. En Castilla-La Mancha ha habido y hay una trayectoria de candidaturas de unidad de la izquierda alternativa y como decía el portavoz de Ganemos Toledo, Javier Mateo: “Queremos poner esta experiencia al servicio de todos los actores que están pensando e iniciando proyectos de acercamiento y confluencia para 2019”. No hemos ido a Toledo a proponer un frente regional de los Ganemos para 2019, ni mucho menos. Pero queremos contar y ser actores (con otros, con otras, con partidos y con movimientos sociales) de la alternativa que debe presentarse unida en 2019 en todos los municipios de CLM para gobernar, transformar y ganar democracia.
A falta de conocer las conclusiones que puedan elaborarse y ser debatidas en las diferentes asambleas, nos quedamos con tres elementos que se pusieron sobre la mesa y que suscribimos como elementos de futuro:
  • Sobre el debate de las formas de confluencia entendemos que los partidos (IU, Podemos, Equo…) deben ser agentes necesarios junto a las personas independientes y participantes de movimientos sociales que ya están en los Ganemos y que puedan estar en la próxima confluencia, cuyo nombre es un elemento secundario.
  • El debate y el posible acuerdo de confluencia se debe hacer en torno al programa político que deberá concretarse en manifiestos, códigos éticos y programas electorales.
  • Las fórmulas del acuerdo (o de los acuerdos provinciales o locales) deben ser radicalmente democráticas y transparentes para poder ganar la confianza de la ciudadanía.
Ni la confluencia empieza ahora, pues ya hay una trayectoria y una experiencia de la que aprender (con sus aciertos, errores y dificultades), ni el único espacio de confluencia es el de los Ganemos y Ahora, en CLM. Pero si queremos ganar en 2019 el municipalismo transformador, nosotros tenemos mucho que contar y debemos sumar a otros y con otros, poniendo en común también nuestra experiencia y trayectoria.
Victoria Delicado y Héctor García
Concejales de Ganemos Albacete