Cada año, nos convocamos en torno al 8 de marzo las personas
feministas, los grupos de mujeres, los partidos y sindicatos que defendemos la
igualdad entre hombres y mujeres, para hacer un balance de situación, un
diagnóstico transversal (como una instantánea) y tratamos de valorar logros,
retrocesos, baches, obstáculos y frenos a eso que llamamos la “igualdad
efectiva” o la igualdad real. Y planteamos propuestas de mejora, las
reivindicaciones aún pendientes.
En los últimos años, los balances dan más retrocesos que
avances, en primer lugar porque hay un empeoramiento de la situación económica
y social de la mayoría de la población (más desempleo, más pobreza, más
desigualdad, más personas sin protección social, sin ayudas); en segundo lugar
porque a las mujeres la crisis les está afectando negativamente en mayor grado
(no sólo como trabajadoras sino como usuarias principales de servicios de
salud, sociales y de atención a la dependencia) y, en tercer lugar, porque las
políticas para afrontar la crisis (las políticas que priorizan el control del
déficit, el recorte del gasto público como fin en sí mismo y la prioridad del
pago de la deuda a los bancos y del rescate bancario frente al rescate a las
personas), están suponiendo retrocesos
en las condiciones de vida de las mujeres y sus familias y poniendo en jaque los logros en igualdad efectiva, igualdad de oportunidades,
implicación en la toma de decisiones y respeto a la autonomía y libertad de las
mujeres, es decir, su posición social.
Para ilustrar esta afirmación y poner algunos datos y
reflexiones sobre la mesa, me centraré en dos asuntos que me parecen de gran
relevancia para describir y ponderar cómo estamos en materia de igualdad,
garantía de derechos y libertad efectiva en la España de 2014 que gobiernan
Rajoy, Mato, Wert, Gallardón, Cospedal y Echaniz, entre otros. Los temas
escogidos ilustran ese “ataque a nuestros derechos” y son:
-
¿Qué
está suponiendo para las mujeres y la igualdad efectiva la crisis económica y
las políticas de recortes, control del gasto y contrarreformas en materia
laboral y económica? ¿Cómo está la economía y el empleo de las mujeres?
-
El
tremendo retroceso que se pretende en materia de salud sexual y reproductiva
con la reforma de la normativa de aborto y el alcance de este cambio: su valor
simbólico (la desconsideración de la libertad para decidir de la mujeres), las
pérdidas en salud (los peligros en salud, los riesgos de mortalidad), la
inseguridad jurídica a la que se condena, la pretensión de imponer una moral
minoritaria para prohibir y permitir prácticas o comportamientos que afectan a
las decisiones personales y a los valores y decisiones de cada cual, la falta
de ética que supone no respetar a quienes opinan, creen, piensan y valoran las
decisiones ante un embarazo no deseado de manera diferente…
Pero empecemos por la
crisis, las decisiones en política económica, las reformas, los recortes y
cómo todo ello ha repercutido en las mujeres. Y pasaremos a dar algunos datos
de España, Europa y CLM respecto a indicadores que ponen de manifiesto la
desigualdad entre hombres y mujeres.
Empleo y mercado
laboral:
Al inicio de la crisis se produjo una mayor destrucción de
empleo masculino (ligado a la crisis de la construcción) y un incremento de la
presencia de mujeres en el mercado laboral (creció la tasa de actividad
femenina, es decir, la proporción de mujeres dispuestas a trabajar entre 16 y
65 años), aunque la tasa de empleo no creció sino que disminuyó mucho en
varones (del 76 al 64%) y algo en mujeres (del 54,7 al 52,3%) entre 2007 y 2010.
Sin embargo, las mujeres han seguido teniendo unas tasas de desempleo superior
a los varones (escandalosamente alto en ambos sexos 25,8 % en España, 30% en
CLM y muy por encima del 50% en jóvenes menores de 25 años con datos de enero
de 2014). La única diferencia respecto a lo que pasaba antes de la crisis es
que se ha igualado al alza el paro (ya no es el doble el de las mujeres que el
de los varones). Y, sin embargo, el desempleo no ha crecido en toda Europa con
la crisis, ni en esta medida, en Alemania por ejemplo ha bajado en los últimos
años (5%) y en Europa era del 12% en los
países de la Unión monetaria y del 10,8% en la UE-28 en enero de 2014 (sólo nos
supera Grecia con el 28% de tasa de paro).
Mientras tanto en estos últimos años se ha destruido empleo
femenino como nunca. Los sindicatos han estimado en unos 200.000 los empleos
perdidos en el sector público (muy feminizado) sobre todo en educación,
sanidad, servicios sociales, etc. Y las causas de esta destrucción de empleos
hay que buscarlas en las decisiones del Consejo de ministros de Rajoy: recortes
en sanidad, educación, dependencia, reforma laboral, no reposición de
jubilaciones en el sector público, etc. También la crisis y la falta de apoyos
al empleo, a los autónomos, a los y las emprendedoras por parte de los gestores
hacen que también se pierda empleo masculino y femenino en el sector privado de
servicios (comercio, servicios de proximidad, etc.). Aquí se suman problemas de
la caída del consumo con la falta de flujo de crédito para que muchas de las pymes
de nuestro país y de los autónomos y auto empleados no vea futuro para sus
pequeños negocios, no les sale a cuenta trabajar sin sueldo para mantener a
flote una empresa que no vende, no exporta ni puede bajar más costes pues ya se
ha agotado el recorte de la plantilla y de la nómina.
Pues en gran medida, el
ahorro de costes en las empresas se ha producido a costa de la pérdida de
condiciones de trabajo de los empleados. Como también los planes de ajuste
en el sector público, en los Ayuntamientos, ha sido en buena medida por el
ahorro derivado de despidos, disminución de sueldos, plazas amortizadas que no
se reponen, contratos de relevo que no se sacan, etc. En el Ayto de Albacete,
cerca de 200 empleos perdidos (directos e indirectos) más bajada salarial,
recortes de jornada y sueldo de interinos, cierre de servicios, etc. Hemos
pedido un informe de impacto de género del Plan de Ajuste pues, sobre todo, se
ha destruido empleo femenino, aunque todo es grave.
Además de la pérdida de empleo también se ha producido una precarización del empleo y máxime del
empleo femenino. Esto se refleja en aspectos como la temporalidad, la
jornada a tiempo parcial y el retroceso del salario medio (o del peso de las
rentas del trabajo en el conjunto del PIB). La temporalidad de los contratos ha
crecido (casi todo el empleo creado es temporal, apenas un 5% de contratos
indefinidos) y la estabilidad del empleo es cada vez menor y menos segura (se
ha ido sustituyendo empleo fijo por temporal, tenemos una temporalidad casi el
doble que la de la UE). La jornada a tiempo parcial no es una opción para
muchas personas, sino la única opción frente al desempleo y el desequilibrio entre hombres y mujeres es
enorme: cuatro veces más mujeres que hombres tienen ETP (23% frente a 5%)
básicamente porque no encuentran empleo a tiempo completo, como primera razón;
el segundo motivo es por tener que cuidar a menores y otras cargas familiares.
El TTP (trabajo a tiempo parcial) que para los hombres es transitorio (mientras
estudian, mientras se forman, como inicio de la vida laboral), en cambio para
las mujeres es estructural (casi un tercio del total).
Además, durante la crisis se observa un
considerable aumento en el porcentaje de contratos temporales a tiempo parcial.
Hoy en día, un tercio de los empleos temporales son empleos a tiempo parcial, y
la evidencia empírica nos muestra que la doble condición de contrato temporal y
a tiempo parcial conlleva una considerable penalización salarial. De hecho, los
datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales correspondientes a 2012 indican
que la mayoría de los empleos peor pagados con unas ganancias mensuales inferiores
al salario mínimo interprofesional eran empleos a tiempo parcial, y la duda es
si muchos de estos trabajadores realmente estaban trabajando a tiempo parcial.
El 14,9% de la población española tiene un trabajo a tiempo parcial, según
datos de Eurostat. Aunque esté por debajo de la media europea (19%), la cifra
se ha doblado en la última década: en 2004 se situaba en el 8%.
Pero no puede tratarse de un instrumento de reparto de empleo: "un trabajador a tiempo parcial, a día de hoy, va a ser un consumidor pobre. Serviría para aumentar a esa clase impensable antes de la crisis: la de trabajadores pobres, quienes, a pesar de tener un trabajo, tienen dificultad para llegar a fin de mes". Los trabajos a tiempo parcial implican, a menudo, condiciones de vida precaria, añade Pablo Jiménez de la U. Carlos III. "De hecho, aunque no estén institucionalizados como tales, ya existen 'minijobs', pequeños trabajos poco pagados".
Pero no puede tratarse de un instrumento de reparto de empleo: "un trabajador a tiempo parcial, a día de hoy, va a ser un consumidor pobre. Serviría para aumentar a esa clase impensable antes de la crisis: la de trabajadores pobres, quienes, a pesar de tener un trabajo, tienen dificultad para llegar a fin de mes". Los trabajos a tiempo parcial implican, a menudo, condiciones de vida precaria, añade Pablo Jiménez de la U. Carlos III. "De hecho, aunque no estén institucionalizados como tales, ya existen 'minijobs', pequeños trabajos poco pagados".
Las discriminaciones
indirectas: persiste
la segregación vertical y horizontal; crece la brecha salarial y persiste un
desigual e injusto reparto del tiempo dedicado al trabajo doméstico y de
cuidado entre hombres y mujeres. Aunque en España la discriminación directa es
ilegal, hay evidencias de que se produce esta discriminación de mujeres en el
mundo laboral tanto respecto al salario como respecto a al acceso y la promoción en el empleo. Hay
mecanismos sutiles que dan como resultado que las mujeres cobren menos y que
estén infrarrepresentadas en determinados sectores o en las categorías más
altas y apenas lleguen a puestos directivos de empresas y de AAPP. Los
mecanismos de discriminación son diversos: la disposición a la movilidad
geográfica no es la misma para hombres que para mujeres, la prolongación de la
jornada laboral no es tan fácil para unos como para otras y esto repercute en
preferencias por contratar o complementos salariales que ya están produciendo
una discriminación de las mujeres. Pero además la discriminación indirecta y
sus causas permanecen y repercuten en la segregación horizontal: los
estereotipos de género marcan una orientación académica y profesional
diferenciada, por ej el 84% de las mujeres trabaja en servicios y sólo el 11%
en industria y, aunque las mujeres ya son mayoría de estudiantes y tituladas de
las universidades, hay áreas en que están infrarrepresentadas como las
ingenierías y otras en que están sobrerrepresentadas como las carreras
sanitarias y educativas. La desigualdad salarial (la llamada brecha de género)
entre hombres y mujeres es muy alta y ha
crecido durante los años de la crisis: el salario medio anual de un hombre es
25.500€ y de una mujer 19.700€ y son muchas más las mujeres (15%) que ganan menos
del SMI que hombres (6%). Las causas son de dos tipos: el salario medio por
hora de trabajo es un 16% inferior en mujeres que en hombres (similar UE que
España) y además las mujeres trabajan menos horas al año (temporalidad y TTP).
Por eso se dice que el salario de las mujeres debe crecer un 29% para alcanzar
el promedio del de los hombres o que las mujeres deberían trabajar 82 días al
año más para obtener la misma remuneración de los varones. Obviamente, aunque
existe brecha salarial en todos los empleos, las diferencias no son las mismas
en todas las categorías ni en todos los sectores: hay mayores diferencias en
los tramos salariales más bajos, en el sector privado que en el público y en
los complementos salariales más que en el salario base.
Un último aspecto que atraviesa toda el panorama de la
desigualdad en el empleo es la división
sexual del trabajo y la persistencia de roles ligados al género de las
personas: los hombres no se han incorporado al trabajo no remunerado (doméstico
y de cuidado) en la misma medida que las mujeres lo han hecho al trabajo
remunerado, al mercado de trabajo. Y eso supone una doble “carga de trabajo”
adicional, no compartido para las mujeres a lo largo de su vida, que resta
oportunidades laborales (de promoción, de estabilidad, de movilidad) y que
repercute en su calidad de vida, en su salud, en su tiempo personal (tiempo
para cuidarse a sí misma, tiempo de ocio menor, menor práctica de deporte, vida
social), etc. Las mujeres siguen
dedicando un promedio diario de 4 horas a las actividades de “hogar y familia”
(encuesta de empelo del tiempo INE, 2010) mientras los varones no llegan a 2h
(1h 50’).
Las medidas políticas del
gobierno del PP en materia de empleo, políticas sociales y regulación
laboral no hacen sino expulsar a las
mujeres del mercado laboral para dirigirlas (o redestinarlas) a las labores
de cuidado de menores y personas dependientes en el ámbito familiar. Y esta
orientación discriminatoria se concreta en mediadas como: los recortes en la
ley de dependencia (pérdida de retribución por cuidados en el ámbito familiar,
no cotización a la SS de las cuidadoras familiares, recortes en las
prestaciones, copago más elevado de algunas de ellas); retroceso en los
permisos de paternidad (no se concretó 1 mes de permiso de paternidad en enero
de 2011); limitación de las plazas de escuelas infantiles y de los servicios de
comedor escolar, transportes, etc. Y por último las dificultades para la
negociación colectiva que impiden avanzar en medidas para la conciliación de la vida laboral y personal (flexibilidad
horaria, permisos por cuidado de hijos-as y familiares dependientes,
flexibilidad en los descansos o vacaciones, etc.).
Además de todo lo anterior, el PP ha brindado una enorme
ayuda a la precarización con la reforma
laboral de 2012, que ha permitido que la destrucción de empleo en el sector
privado y público sea más fácil, más barata y contribuya a disminuir los costes
salariales y a mantener el margen de beneficios porque los ajustes se hacen a
costa de la masa salarial y del empobrecimiento y pérdida de poder adquisitivo
de las clase trabajadoras y clases medias. La reforma laboral, además, supone
frenos para la igualdad real porque se bonifica más la participación de mujeres
en la modalidad de contrato más precario, desaparece la deducción de 100€/mes
para empresas que reincorporen a trabajadoras antes de los 2 años de su
maternidad, el descuelgue empresarial de
los convenios significa dejar en papel mojado los acuerdos de negociación
colectiva (por ej planes de igualdad), el empresario puede imponer movilidad
geográfica, etc.
Por último, la debilidad
creciente de los sistemas de protección social, repercute negativamente en las
mujeres: las mujeres tienen menos cobertura de la prestación por desempleo,
del subsidio y más de la mitad de las desempleadas no reciben prestación. Los
recortes en prestaciones por desempleo (RD 20/2012) empobrecen a las mujeres,
en mayor medida y en particular a las más vulnerables. “Ser mujer y parada de larga duración” supone un 77% de probabilidad de
no tener prestación. Otras dos
reformas que suponen retrocesos en igualdad y en autonomía económica de las
mujeres son: el RD 29/2012 que modifica la obligación de cotizar por las
Empleadas de Hogar, un colectivo
discriminado de la regulación básica de CdT pues se las ha exceptuado y no les
afecta casi ninguna norma laboral y, por último, la reforma de las pensiones
que tendrá un claro impacto de género porque repercutirá negativamente en la
renta disponible de las mujeres y consagrará la pobreza de una gran parte de
las mujeres mayores con cotizaciones insuficientes, con pensiones no
contributivas o sin ninguna. Tanto la modificación de las bases de cotización
como el incremento del periodo de cotización penalizan a las mujeres quienes
han tenido salarios más bajos, periodos de cotización más cortos, discontinuos
y con trabajos a tiempo parcial en muchos casos. La
brecha de género en la renta disponible se prolonga hasta la ancianidad y en el
empobrecimiento creciente de nuestra sociedad, ser mujer es un factor de riesgo
importante, resultado de múltiples factores que discriminan a las mujeres o de desigualdades que no se
compensan con medidas efectivas.
Recorte de derechos,
debilitamiento del estado de bienestar y retrocesos en igualdad van de la mano y el gobierno del PP ha puesto los
frenos a la igualdad efectiva y está generando unas mayores condiciones de
precariedad para la mayoría de la población, con mayor repercusión en grupos
sociales vulnerables.
Pero no podemos bajar
el nivel de nuestras aspiraciones de igualdad, justicia social, reparto de la
riqueza, corresponsabilidad en el cuidado, acceso a puestos de responsabilidad,
espacios de poder y a la toma de decisiones.
Por eso, como resumen
de medidas a reclamar y objetivos a conseguir os propongo, os recuerdo:
-
Hay que reclamar y negociar Planes de
Igualdad en empresas e instituciones porque son el medio para alcanzar la igualdad efectiva en el
empleo, evitar las discriminaciones indirectas, detectarlas y corregirlas,
promover la corresponsabilidad y apoyar a las mujeres para que la dedicación al
cuidado no les reste oportunidades en el empleo.
-
Hay que pedir la evaluación del
impacto de género de planes, medidas, leyes, ordenanzas, programas… en particular
las que se impulsan desde las AAPP. El Plan Dipualba empleo, además de escaso e insuficiente, ha
sido el único Plan de empleo realizado hasta ahora por el PP y, pedimos en el
Ayto de Albacete, la evaluación del impacto de género. El resultado era previsible:
en este plan, se discriminó a las
mujeres porque los puestos, los requisitos, los perfiles previstos tenían un
sesgo de género muy claro. Como resultado, apenas el 22% de los contratos
fueron para mujeres cuando representan la mitad de las personas desempleadas de
la ciudad y la mayoría de ellas no reciben prestaciones. Las políticas de
empleo deben incorporar la perspectiva de género como elemento central y
transversal.
-
Necesitamos una sociedad de “personas
sustentadoras y cuidadoras” y para ello es fundamental que desde las administraciones
públicas se apoyen las tareas de cuidado de niños y niñas, de ancianos,
enfermos y personas dependientes. Por tanto hay que revertir los retrocesos en
la atención a las personas dependientes, básicamente incrementando las
prestaciones y recursos profesionales de apoyo, reconociendo y apoyando la labor de las personas cuidadoras familiares
y desarrollando los servicios públicos complementarios de los cuidados familiares.
-
Es también el momento de pedir más escuelas
infantiles y servicios complementarios de comedor, transporte, flexibilidad
horaria en colegios y escuelas infantiles. Debe haber plazas públicas disponibles de 0-3 años
para favorecer la educación en igualdad de condiciones y para promover el empleo
de las mujeres, la formación y búsqueda activa de empleo de padres y madres en
desempleo y para que la educación infantil no sea un privilegio al que sólo
puedan acceder determinadas capas privilegiadas de la sociedad.
-
Permisos de paternidad y maternidad
iguales, intransferibles y remunerados. Es la medida más efectiva para promover la igualdad y la
corresponsabilidad entre hombres y mujeres y es un elemento que neutraliza los
prejuicios que discriminan a las mujeres en edad fértil del empleo, la promoción
laboral. Si hombres y mujeres son igualmente corresponsables del cuidado de
hijos e hijas, no hay motivos para pensar que sólo las mujeres pedirán los
permisos para cuidado, cuando los niños-s enferman, o las excedencias…
-
Equiparación de las Empleadas de
hogar al resto de trabajadores-as, con obligación de cotización a la seguridad social, salario
mínimo garantizado y condiciones de trabajo dignas.
-
Revertir todas las medidas que han
incrementado la desigualdad: reforma laboral, reforma de las pensiones, recortes en dependencia,
en ayuda a domicilio, recortes en prestaciones sanitarias, recortes en
educación…
-
Proponer medidas de acción positiva para ir neutralizando desigualdades
históricas y nuevas.
-
Compartir el poder y la toma de
decisiones entre hombres y mujeres: Obligatoriedad de que se cumplan criterios de igualdad (o
paridad) en los órganos directivos de instituciones, empresas públicas,
empresas rescatadas por las AAPP o con convenios o conciertos que dependan de
dinero público.
-
Promover la participación de mujeres
en todos los ámbitos y hacer visibles las desigualdades. No renunciar a compartir la mitad de
la vida, la mitad del trabajo, la mitad del poder. Y educar en igualdad da las nuevas generaciones, sin renunciar a la
labor pedagógica del feminismo como pensamiento y práctica que promueve la
igualdad entre hombres y mujeres, denuncia discriminaciones y obstáculos ligados
a estereotipos de género y combate la resistencia a repartir el trabajo, para compartir
el poder y acabar con privilegios machistas y valores que nos empobrecen a
todos y todas.
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