miércoles, 11 de marzo de 2015

Recuerdos del día 11 de marzo de 2004

La mañana de los atentados terroristas en los trenes yo estaba en el trabajo cuando fui consciente de la gravedad y el alcance de la noticia. Recuerdo que estábamos consternados, sin poder ocuparnos de nada cotidiano mientras se acrecentaba la tragedia cada vez que la radio daba nuevos datos. Las fuentes oficiales tardaron muy poco en atribuir el atentado a ETA. Yo tenía mis dudas, el tipo de atentado se parecía demasiado a los estallidos de autobuses llenos de pasajeros en ciudades de Oriente medio.


A las pocas horas en el edificio Benjamín Palencia del Campus universitario, alguien había colocado unos carteles de rechazo “al terrible atentado de ETA” y convocaban a una concentración de repulsa en la puerta del Vicerrectorado para la mañana siguiente. Me pareció una manipulación abominable que buscaba difundir la información más favorable al gobierno de Aznar. Tuve la osadía, o el buen juicio, de retirar esos carteles por mi cuenta y convencer a los Decanos de Humanidades y Enfermería (mi centro) de la manipulación que representaban los citados carteles. Pude apoyarme en la prudencia del comunicado del rector que no citaba ninguna autoría sino que llamaba al rechazo popular al terrorismo y a la solidaridad con las víctimas y sus familias. Efectivamente, al día siguiente nuestra concentración en el campus estuvo desvinculada de autoría y cada vez estaba más claro que se trataba de un terrible atentado del terrorismo islamista.

No es fácil, cuando todos estamos conmocionados, y el daño es tan irreparable, aludir a las consecuencias políticas de difundir una información u otra sobre la autoría de tan grave atentado. Pero yo me sentía en la obligación de desenmascarar la ocultación del gobierno del PP, sus mentiras y su falta de honestidad buscando el rédito electoral o, mejor dicho, el menor desgaste posible. En pocos días, a pesar del engaño, la población votó con un claro juicio crítico antes los manipuladores de esa información. 


Hoy es un día en que hemos de recordar a las víctimas, a sus familiares, a quienes trabajaron en duras condiciones para aliviar su dolor y atenuar el desastre. Pero también conviene recordar a los gobernantes la obligación de afrontar las causas de los problemas con honestidad, transparencia y responsabilidad. La gestión del gobierno de Aznar de este trágico hecho es un ejemplo de lo contario.  

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